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lunes, 5 de julio de 2010

TOÑITA, LA PRIETITA DESCALZA VA ALCANZANDO SUEÑOS



Dicen que no ha surgido alguien con la cadencia, el sabor, la potencia de voz y la presencia como nuestra añorada Celia Cruz.

Cuando escucha eso, Toñita solamente dice… “Tantoyuca”.

Esa es la palabra mágica que la recuerda a su origen, a casita de palma en que creció, a ese pequeño espacio en que comenzó a dibujar los sueños de ser famosa, de tener dinero y de hacerle una casa a su mamá.

Antonia Salazar ha entrado en una vorágine desde que logró destacar en La Academia, primera generación…

De repente se topa con que ya es mamá de una nena que se llama Nimbé… “Sí, como la de la canción”.

Un día se levanta y encuentra la casa que le prometió a su madre con un buen avance.

Cierta mañana alguien toca a su puerta y le recuerda que tiene llamado para grabar un programa de televisión.

“Han pasado muchas cosas, muy rápido”, reconoce.

Es entonces cuando sentirse con cierta fama, conocer gente que antes miraba en la televisión del vecino, le causa vanidad.

“Cuando se le sube el humo, me voy pa´Tantoyuca”, dice esta morena que lleva en el brazo un disco, el quinto que graba y se llama “La negra de oro”.

“Esto es lo mío”, dice… “me encanta lo guapachoso, así es mi sangre”.

“Yo no dejo que se me suba, me voy pa´Tantoyuca para estar otra vez en la tierra, con las cinco amigas que dejé desde la escuela, a darle un abrazo y sentir el cariño de mi madre”, dice en una de esas pocas veces en que se pone seria, sentimental.

Y es que la entrevista se ve salpicada muchas veces por esa carcajada de Toñita que se asemeja a las caídas de agua.

Un día, aquella Toñita, la prietita que corría descalza hasta la tienda para comprar un tomate y dos chiles verdes, se puso frente a un espejo y escuchó una voz que anunciaba… “¡Y ahora con ustedes, Toñita, la cantante!”

“Lo imaginé muchas veces, quería esto, y lo voy logrando poco a poco, porque cuesta muchísimo”, indica.

Su primera inspiración fue una madre a la que aprendió a querer, pero sobre todo, admirar porque nunca dejó de trabajar.

“Si no tienes la bendición de un trabajo, entonces le buscas o te dejas vencer, mi madre nunca se dejó vencer, allá la miraba ir con la olla de tamales por la calle… la recuerdo afanada en amasarlos, en meterse a la cocina con esos calorones para preparar el guiso.

“Si uno deja de amar a una madre así, es porque no tiene… no tiene madre”, y deja salir otra carcajada.

Recuerda que por ella estudiaba, por ella le ponía empeño, especialmente porque se propuso sacarla de trabajar.

“Ya merito logro eso”.

SIN MIEDO A LA POBREZA

En su carrera, los reflectores y el dinero nunca están seguros.

“Un día te duermes y amaneces con la novedad de que ya la gente no quiere verte, escucharte, por eso trabajo muy duro para no dejarme caer”, asegura.

Muy lejos está la Toñita que llegó al reality La Academia con el cabello rizado descolorido por el sol y la piel tostada, la cara lavada y mucho miedo.

Ahora está más curtida, más “educada”, lleva un cabello liso como de comercial, maquillaje a la perfección, y tal vez ropa de diseñador.

Sin embargo asegura que no le da miedo volver fracasada a su tierra, a la pobreza, porque eso significaría nada más comenzar de nuevo.

“En realidad tengo miedo por mi hija, no por mí, yo ya lo viví, sé de lo que se trata, pero ahora tengo más armas como para saber que saldré adelante. Tengo más responsabilidades, debo pensar en el mañana para mi niña”.

Dice que la Academia fue el escaparate, la escuela en que aprendieron y tomaron lo necesario para triunfar.

“Jamás nos prometieron nada, la idea era crear nuevas estrellas, pero nunca dijeron cuando”, dice y sonríe divertida.

Indica que a cada quien le va de acuerdo a como se esfuerza…

Nos ha ido bien,

de hecho, es a la primera generación a la que mejor le ha ido. Pero la televisora lo único que hizo fue darnos las herramientas, ponernos en el camino, el resto es trabajo de nosotros”.

Toñita cree que la única forma de llegar a tener la fama y el éxito soñado es trabajando. “Nos dieron una oportunidad, lo siguiente es trabajar para alcanzar de verdad el sueño, nos toca picar piedra, no es fácil”.



LO DE ELLA

Echando a perder se aprende, asegura la ahora actriz, porque si sus anteriores cuatro discos no habían sido de todo su agrado, este quinto, La negra de oro, le ha robado el corazón. “Lo mío, lo mío, es la música movida, lo guapachoso, la cumbia, porque la gente identifica a Toñita como una chava alegre, feliz, y así me oigo en este disco”, detalla.

En la pantalla Toñita aceptaba callada y cabizbaja las críticas de los jueces del reality, sin embargo, dice que le ha costado mucho trabajo controlar su carácter. “Soy voluble, fuerte en carácter, pero con el paso de los años le he bajado de tacos a mi canasta; controlarlo ha sido un gran reto. Ya no quise seguir con mi forma de ser porque llegué a lastimar a otras personas, y eso no me gustó”, acota.

“Antes si alguien me decía algo que me molestaba se la rayaba, ahora no, lo pienso dos veces y respiro profundo”.

A Toñita la soledad a la que su carrera la obliga, no le hace mucha gracia, y a veces se pone muy sentimental. “La soledad es muy fea, y la siento más después de haber salido al escenario lleno de gente, tener que regresar a un cuarto de hotel vacío, es bastante duro y sí me pega, a veces me pongo a llorar, sobre todo cuando llevo días sin ver a mi bebé”.



SU MÁS GRANDE AMOR

El aliento para seguir adelante se lo da su hija, Nimbé, como la canción, el fruto de una relación que no funcionó, y de la que no quiso hablar. “El amor más grande que puedo sentir en este momento es por mi hija, mi corazón es de ella”.



FAMILIA

Una familia unida es la que ahora tiene Toñita, hace algunos años no era así. “Mi papá como mi mamá están orgullosos, de mi, y me lo dicen. Cuando era más joven no logré entenderme con mi papá. La Academia logró acercarnos. Ahí aprendí a que la familia es la que te acompaña en las buenas en las malas”, remarca.

Antonia Salazar, sabe que al final de los días solo su familia la acompañara, y en ese largo camino que aún le espera, se ve como una artista completa.

SALUDO DE TOÑITA

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